domingo, 27 de febrero de 2011

TSnr

—Pero, ¿cómo puedes vivir sola? Tú no eres feliz, ¿no?
—Por supuesto que no. Ser feliz es un coñazo.
—Pero, ¿no echas de menos tener a alguien?
—A alguien como quién.
—Como un novio.
—¿Para qué?
—Para que te proteja.
—Ya tengo una puerta blindada.
—Ya, pero estando sola, ¿no te sientes un poco sola?
—Mi soledad y yo nos llevamos bien, no necesitamos que venga la soledad de otro y nos dé por saco.
—¿Y no te gusta que te digan que te quieren?
—Sí... Cuando te quiero significa "te quiero", no cuando significa "me perteneces", que es más o menos siempre.
—¿Sabes? Me parece que no has estado nunca enamorada.
—¿Y tú sí? ¿Me vas a decir que estás enamorada del tal Juanjo ese?
—Mmm... ¡Yo creo que sí!
—¡Crees que sí! O lo estás o no lo estás, si yo estuviese enamorada de Juanjo no necesitaría media hora para pensarlo.
—Oye, que han sido tres segundos...
—¡Ni tres segundos ni nada! El amor no es algo que puedas poner en duda, es una ola que se te lleva por delante, un puño que te deja K.O., un incendio que te abrasa por dentro.
—Me estás dando un poco de miedo.
—Es que el verdadero amor debería acojonarnos... Debería destruirnos para resucitarnos después, eso es para mí el amor. Y lo que tú llamas amor, pues... es una imitación hecha en Taiwan.


Tensión sexual no resuelta.

jueves, 24 de febrero de 2011

Demuéstrame

...
Tantos años juntos y a veces pienso que no te conozco.

¿En qué momento cambiaron las cosas?
¿Cuándo dejamos de ser niños? ¿Cuándo empezamos a madurar?

No sé.
Aún no estoy segura de que este cambio me agrade.
Es decir, ¿nunca volverá a ser como antes? ¿no volveremos a reírnos de tonterías? ¿dejaremos de ser lo que somos por esta "madurez"?
Me duele admitirlo, pero creo que lo que nos unía se deshace a cada segundo que pasa.
¡¿Qué es lo que tengo que hacer?!
Si ni siquiera sé cuál es el problema...
¿Acaso hice algo para dañarte? ¿Algo lo suficientemente imperdonable como para pisotear así nuestra amistad, esa que hace unos meses prometías "eterna"?
Eterna... ahora suena tan irónico.
Demuéstrame que me equivoco, que cuando pronunciaste esa palabra lo dijiste en serio. Hazlo o dejaré de confiar en el mundo. Porque tú eras gran parte de él.